Excelente drama, que se mantiene a flote principalmente por la fuerza interpretativa de sus protagonistas.
Tras el asesinato de su marido, Audrey (Berry) decide invitar al mejor amigo de este, un adicto a la cocaína (Del Toro), a vivir con ella y sus dos hijos. Esta convivencia cambiará la vida de todos y les ayudará a sobrellevar la trágica pérdida.
La historia me conmovió sobremanera. Yo creo que en particular porque en este momento de mi vida tengo un hijo, una esposa a la que adoro, tengo dos mejores amigos y familiares a quienes quiero mucho. Por lo tanto pude conectarme con el sufrimiento de los personajes de Cosas que Perdimos en el Camino.
El guión no es muy bueno. Comienza con eventos inconexos en el tiempo, muy al estilo de Guillermo Arriaga en Amores Perros y Babel. Sin embargo, después se ve obligado a volverse lineal para no confundir al espectador, pasando de drama complejo a drama convencional. Tan convencional, que el final no tiene un gran impacto, es plano.
Lo que rescata la película y la hace interesante son las actuaciones de Berry y Del Toro. Mucho se dice y se siente con las miradas, expresiones y gestos. En ese sentido la directora Bier logra grandes momentos donde las imágenes hablan más que las palabras.
Sin ser espectacular, Cosas que perdimos en el Camino resulta un drama conmovedor. Recomendable.
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